Batalla global, por Jorge Buxadé

Vox no va a combatir a la izquierda con sus mismas armas, ni en todo ni en parte. Las armas de Vox se llaman sentido común, y sentido social y nacional de las cosas.

Los partidos de izquierda, desde mayo del 68, en toda Europa, renunciaron a dos banderines de enganche: la defensa de los intereses y necesidades de los trabajadores, y la conciencia de nación.

Decidieron en ese momento cambiar de “enganches” políticos para iniciar una política de “identidades y colectivos”: feminismo, ecologismo, inmigracionismo, animalismo, y en la última fase, los movimientos del género; todo movimientos “transversales” donde lo familiar, lo social y lo nacional son circunstancias irrelevantes; porque en realidad su objetivo es demolerlo todo.

De este modo la izquierda se convirtió en el principal aliado de las grandes multinacionales que solo tienen un objetivo: globalizar los hábitos de consumo, globalizar la producción y los beneficios, ahorrar en mano de obra; eliminar la normativa nacional protectora de lo propio, eliminar la defensa sindical de los trabajadores, por poner ejemplos.

Por eso, en todo el mundo ya no hay un enfrentamiento entre izquierdas y derechas en el sentido clásico; sino entre patriotas y globalistas. Lo hemos visto en el asunto de George Floyd cuando las multinacionales se han aliado con los movimientos terroristas antifa.

Tanto unos como otros quieren un mundo sin Estados-Nación. Tanto unos como otros responden al mismo concepto de ser humano: un individuo aislado, que se autodetermina y autoafirma cada mañana, en lo sexual, en lo familiar, en lo social; desarraigado, sin memoria y sin tradición. Ese individuo que proponen rechaza todo lo que le viene dado: la familia y la nación; es un individuo aislado. El blanco perfecto para las grandes corporaciones que le colocan sus productos, aunque no los necesite: el perfecto consumidor.

En Vox creemos que la persona, el ser humano es otra cosa: no es un individuo aislado sino un ser en relación con su pasado, su tradición, sus costumbres, historia, familia, sus instituciones democráticas, su nación. En VOX sabemos que la familia o la nación forman una parte esencial de lo que cada uno somos, y son cosas buenas, que conviene preservar, y fortalecer. Sabemos, porque lo dice el sentido común, que la felicidad no está en autodeterminarse cada día y consumir cualquier cosa aunque sea más barata sino en ser lo que uno es, en sentirse miembro de una familia o de una patria, que es garantía de derechos y te protege cuando van mal dadas.

La izquierda ha engañado al trabajador español y le ha dejado solo, desamparado y desarraigado, para que sea un mero consumidor. Los intereses son comunes: a los partidos de izquierda les conviene un ciudadano acrítico que consuma la basura intelectual que propagan en los medios y redes sociales; y a los grandes conglomerados, les conviene un ciudadano que sacie su sed de libertad y felicidad consumiendo cosas y servicios, en muchas ocasiones innecesarios.

Ya no defienden al trabajador español frente a sus problemas reales: búsqueda de empleo; empleos dignos, conciliación real del trabajo con la maternidad, vivienda, seguridad en las calles, competencia ilegal de productos y servicios extranjeros, inmigración ilegal.

Sus banderines de enganche están alejados de la realidad biológica (género), de la realidad física (calentamiento global frente a protección del medio natural) o de la realidad histórica (verdad oficial frente a libertad de pensamiento).

Y por eso, más que nunca, los intereses del trabajador están íntimamente unidos a los del autónomo y del pequeño o mediano empresario, a la defensa de la propiedad privada, de los sectores primario e industrial, del mundo rural, y de la libertad de empresa; todos ellos amenazados por movimientos mundialistas que globalizan ideas destructoras del orden político, miseria intelectual y control social.

Pueden consultar más artículos escritos por el vicepresidente primero de VOX, Jorge Buxadé, aquí.