Santiago Abascal: ‘Estamos ante un Gobierno ilegítimo que va camino de convertirse en ilegal’

El líder de VOX, Santiago Abascal, ha acudido este martes a esRadio, donde ha sido entrevistado por Federico Jiménez Losantos.

Preguntado por Carlos Iturgaiz, ha señalado que se trata de una persona a quien tiene un gran afecto y con el que ha compartido momentos difíciles en el País Vasco. «Es verdad que solo tiene un problema, y es que está en el PP», ha concluido.

En lo referido a los pactos, Santiago Abascal ha reiterado que aún no ha recibido la llamada de ningún partido, pero ha asegurado que VOX centra sus objetivos en recuperar las competencias cedidas, ilegalizar los partidos separatistas, suprimir el concierto económico y contener la inmigración ilegal. Además, ha denunciado la doble vara del PP, pues se trata de una formación que se ha puesto de acuerdo con el PSOE para repartirse las presidencias de las comisiones, pero ha sido incapaz de llegar a un acuerdo para evitar un gobierno comunista.

Además, el líder de VOX ha recordado las declaraciones de Feijóo, el cual llegó a afirmar que VOX es una formación que está «contra Galicia«, o, como dijo Alfonso Alonso, «es un partido ajeno a Euskadi». Estas intervenciones dejan patente la política del PP, que ha comprado el mensaje nacionalista allí donde ha tenido ocasión. Fue el propio líder del Partido Popular gallego el que declaró que «Galicia es una nación sin Estado».

Santiago Abascal ha hecho hincapié en la política de pactos, pues desde otros partidos se ha instado a los votantes de VOX a unirse a la coalición formada bajo el nombre de «España Suma», pero dejando fuera en todo momento a las ideas y a los dirigentes de nuestra formación: «Solo quieren los votantes y supongo que las cuotas de los afiliados también».

Sobre la cuestión universitaria ha recalcado que la educación que allí se imparte requiere de la formación previa de un espíritu crítico en los jóvenes para hacer de ellos personas libres una vez acceden a los estudios superiores. Todo ello se debe a que lo que tradicionalmente se ha conocido como «derecha» ha abandonado cualquier tipo de batalla cultural, circunscribiéndose únicamente a gestionar aquel marco ideológico que la izquierda le ha ido imponiendo durante décadas.