Santiago Abascal

Abascal, a Sánchez: ‘Le invito a que venza la tentación de vivir entre cumbres; ponga un pie en un mercado’

El presidente de VOX, Santiago Abascal, replica a Pedro Sánchez tras la comparecencia de éste en el Congreso para informar del acuerdo alcanzado con Marruecos y del Consejo Europeo. En su intervención Abascal, que ha recomendado a Sánchez que pise más la calle y menos los despachos de Bruselas -a los que ha calificado de ‘zona de confort’-, ha recordado cómo “la inflación ya estaba desatada antes de que Putin invadiera de manera ilegal y criminal Ucrania”.

Discurso íntegro del presidente de VOX, Santiago Abascal, a Pedro Sánchez:

“Señor Sánchez, creo que por primera vez le agradezco su brevedad y su concisión para tratar dos temas tan importantes como aquellos por los que hoy ha comparecido.

Debe ser porque le sientan bien sus viajes europeos. Cuando vuelve se le ve a usted resplandeciente, y creo que no es para menos porque parece que usted se siente en casa rodeado de tanta pompa y tanto boato.

Y en cierta manera lo entendemos. Esos conciliábulos son prácticamente el único sitio al que usted puede acudir, señor Sánchez, sin recibir una lluvia de justos reproches de los agraviados por sus políticas.  Usted se siente en los despachos de Bruselas de una manera exactamente contraria a cómo se siente cuando tiene un viaje a un barrio, a un pueblo en España y tiene que mirar a la cara a los españoles.

Esas cumbres son para usted lo que de una manera un poco cursi se llama zona de confort. En las calles, sin embargo, vive usted un baño de realidad y precisamente por eso tiene que pisar las más, señor Sánchez. El ejercicio de la política tiene que ser incómodo tiene que ser exigente. La rendición de cuentas ha de quitarnos el sueño, aunque usted el sueño lo tiene a prueba de bombas, literalmente.

La representación política es una responsabilidad y no una medalla que colgarse en el pecho, ni un estatus del que alardear. No existe política para el descanso ni para la autocontemplación. Solo existe como servicio, señor Sánchez. Y por eso le invito a que venza la tentación de vivir entre cumbres, declaraciones conjuntas que parecen papel mojado y series de televisión, y de que se preocupe por los suyos, por los españoles: Ponga un pie en un mercado. Vaya un polígono industrial a la hora del almuerzo. Siéntese en el banco de un parque y hable con los jubilados. O pase un rato en un área de servicio de una carretera. Hágalo urgentemente. Hágalo disfrazado si es necesario, pero hágalo, señor Sánchez.

Usted no está solo. Su dolencia es muy común en la política. Lo que le pasa a usted le pasa a muchos. Es un mal de nuestra época la cada vez mayor separación entre las élites y el pueblo. Hay veces que parece que no hay ni siquiera un punto de contacto. Por un lado están las conversaciones de circuito cerrado que sostienen los poderosos y sus medios y sus cortesanos a sueldo, con creencias de lujo, frivolidades y pedanterías que son costosísimas económicamente y que están totalmente alejadas de los intereses reales de los españoles. Y por otro lado están las preocupaciones de la gente corriente, esas que expresa en las comidas familiares.

Porque es un lujo, señorías, pontificar sobre transición energética y hablar de subir los impuestos verdes, como ha hecho esta semana la ministra Rivera, mientras millones de españoles no pueden pagar el gas o los carburantes, precisamente por la existencia de esas tasas y regulaciones o de esos impuestos ideológicos como son los derechos de emisiones de CO2, que se han mantenido incólumes durante toda esta crisis; durante la epidemia y durante la guerra.

Y esa, señorías, es la gran escisión política de nuestros tiempos; la gran división social, la de aquellos que creen en el fin del mundo inminente y la de aquellos que no saben si van a llegar a fin de mes. Desgraciadamente, en este Congreso hay casi 300 diputados que están más cerca de creer en el fin del mundo inminente, y por eso se anticiparon votando el suicidio de la nación español con una ley climática hace un año.

Porque es una frivolidad y es una gigantesca mentira que la ministra Montero diga que ha llevado a cabo la mayor bajada de impuestos de la democracia con sus medidas sobre la luz, justo ahora que han cerrado miles de comercios que no podían ni siquiera afrontar el coste de levantar la persiana, de encender el interruptor, la cámara frigorífica o los ordenadores. No tienen ustedes ninguna sensibilidad con los que peor lo están pasando, porque para ustedes la ideología siempre está por encima de la realidad. Y si la realidad les desmiente, da igual. Ustedes la niegan o la obvian con una facilidad extrema. Porque es de un clasismo sin igual, señorías, llenar el país de peajes, subir el impuesto al diésel o imponer severísimas restricciones a la movilidad en las ciudades justo a aquellos que no pueden cambiar de vehículo mientras subvencionan bienes inaccesibles para la mayoría social, como son los coches eléctricos. Al Partido Socialista no le queda ni la o ni la e. Partido Socialista, ni obrero, ni español en estos momentos, señor Sánchez.

Porque es una irresponsabilidad desmantelar nuestra industria y derribar centrales térmicas en nombre de la sacrosanta religión climática, o prohibir, como han hecho todos ustedes (casi 300 diputados en esta Cámara) la exploración y explotación de nuestros recursos naturales para terminar comprando gas y energía térmica en el extranjero. (En Marruecos, China y la India deben estar encantados con el suicidio de Europa).

Y es normal que a usted le reciban con honores en Marruecos, después de los asaltos a nuestra frontera que no han tenido ningún coste para ellos; después de Pegasus (algún día lo sabremos); después del suicidio energético votado por esta Cámara, después del regalo del Sahara -y ha de saber Marruecos que el cambio de posición en el Sahara sólo le compromete a usted, no a esta Cámara, y no, desde luego, al próximo gobierno de España-; y después del ridículo vergonzoso en las relaciones con Argelia, que tiene consecuencias directas para los españoles en la factura del gas, nos viene usted con una declaración conjunta con Marruecos.

Pero lo más importante no es lo que usted opine de Ceuta y Melilla -solo faltaba que usted no piense que son ciudades españolas-, lo que queremos es que Marruecos reconozca de una vez por todas la soberanía española de Ceuta y Melilla (ciudades españolas antes de la existencia del Reino de Marruecos) y que Marruecos se comprometa a aceptar la repatriación de todos los ilegales que hay en suelo español y de todos los delincuentes de nacionalidad marroquí que en estos momentos hay en nuestras cárceles.

Eso es lo que queremos de Marruecos; y que se comprometa a desmantelar todas las redes de tráfico de personas. Cosa difícil, porque muchas son financiadas en suelo europeo por los distintos gobiernos: es decir, las ONG que colaboran en el mar con esas redes del tráfico de personas.

Es una desvergüenza, señorías, que hablen ahora de hacer acopio de agua y alimentos, como ha pedido el gobierno alemán. Las mismas oligarquías incapaces que nos han condenado a la ruina económica, a la dependencia energética, industrial y alimentaria en Europa. Lo que vivimos en Europa no es fruto de una catástrofe natural inevitable, ni únicamente consecuencia de una epidemia o de la guerra de Putin. Ha habido durante décadas unas políticas que buscaban hacernos débiles y arrodillarnos mientras se enriquecían burócratas sin rostro: las eléctricas, las empresas gigantescas que amasan más poder que cualquier nación; las potencias extranjeras y los políticos de las puertas giratorias de Gazprom, y también los ecologistas alemanes bien financiados por Rusia para soltar su rollo antinuclear y para convertir Alemania y a Europa en dependientes de Rusia.

Señor Sánchez, ¿cuántos españoles que conoce están satisfechos con la situación económica? Los mayores son incapaces de comprender qué han hecho los políticos durante estas décadas con el esfuerzo de toda su vida para levantar España. Los jóvenes, si ven el futuro, ven un futuro sombrío y temen ser la primera generación que viva peor que sus padres y sus abuelos. Con una inflación casi al 10%, con un ahorro que se ha convertido en una quimera, con las pensiones en clarísimo riesgo, con jóvenes que cobran hoy la mitad de lo que cobraban en 1980 (eso los que tienen trabajo, porque estamos a la cabeza de Europa en paro juvenil); con las cotizaciones sociales desorbitadas; con una deuda pública que supera el 120% del Producto Interior Bruto; con sueldos absolutamente incompatibles con el acceso al alquiler o a la compra de vivienda y con una dificultad extrema para poder formar una familia y tener hijos. Y todo eso con unos impuestos desorbitados, siempre para pagar la fiesta, la fiesta autonómica y la fiesta ideológica de algunos.

Basta de echar balones fuera, señorías; basta de pretextos pueriles en esta Cámara. Son sus políticas globalistas, sus políticas dependientes, sus políticas progresistas, las que han llevado a esta situación. Dejen de agarrarse al señor Putin como a un clavo ardiendo: la inflación ya estaba desatada antes de que Putin invadiera de manera ilegal y criminal Ucrania. Lo ha dicho el Banco de España. La luz, el gas y los carburantes ya eran una pesadilla en millones de hogares. No hace falta que lo diga el Banco de España, en este caso lo dicen los españoles, pero no nos traten como imbéciles de manera tan insistente. Asuman su responsabilidad política; porque son sus políticas, las de sus expertos -cuando existen-, las de aquellos que dicen saber cuadrar el presupuesto y tanto presumen de manejo de tablas y de gráficos, las que nos han llevado hasta la situación en la que estamos.

Mensaje al PP

Mientras tanto, algunos implorando acuerdos al Gobierno y el Gobierno llamándoles estorbo. No les alabo el gusto, pero ustedes sabrán por qué lo hacen. Y algunos inhibiéndose en la lucha de las ideas, porque no tiene implicaciones para la gente y llaman debates estériles a todo lo que no es economía.

En esto hay que reconocer que la izquierda lo tiene mucho más claro. ¿O acaso no ha tenido repercusión para la vida de empresas, de familias, de trabajadores ideas como el fanatismo climático? ¿Acaso no está la izquierda patrocinando constantemente un cambio antropológico que afecta a todas las facetas de nuestra vida? No son debates estériles, son debates que afectan a nuestra vida y que también afectan a la economía.

Den todos ustedes, señorías, un golpe de timón y asuman el fracaso. Escuchen lo que otros tienen que decirles. Escuchen el sentido común de la gente. Otros lo están haciendo en Europa. Lo estamos viendo con las nucleares y el carbón en Alemania; y con la apuesta redoblada también por las nucleares en Francia. Aún estamos a tiempo de dar marcha atrás. Aún estamos a tiempo de protagonizar un cambio real en España. Aún estamos a tiempo de reconectar con las preocupaciones reales de la gente corriente.

 

Defender al pueblo español

Usted ha dicho que defiende los intereses de España. No puede defender los intereses de España. No puede defender al pueblo ni los intereses del pueblo español quien se opone a la exploración y a la explotación de los recursos naturales del pueblo español.

No puede defender al pueblo ni los intereses del pueblo quien no apuesta, junto con las energías renovables, por la energía nuclear, tan importante para convertirnos en independientes desde un punto de vista energético.

Y no puede defender al pueblo, ni los intereses del pueblo quién no propone reindustrializar nuestras naciones frente a la deslocalización.

Ni puede defender al pueblo ni a sus intereses quien no aboga por una bajada radical del IVA para los productos más básicos. Ni puede defender al pueblo ni a sus intereses quien desprotege nuestro sector primario y no garantiza la prioridad de los productos comunitarios en contra de la cual ustedes han votado en esta Cámara.

Hoy están muy consternados por la crisis alimentaria, pero es hija de los acuerdos multilaterales con terceros países y de la competencia desleal derivada de ellos.

Señorías, ¿qué sentido tiene que importemos alimentos producidos a casi 10.000 kilómetros de España que son de peor calidad de los que tenemos aquí y que además destruyen el empleo de nuestros compatriotas?

En todo esto que decimos ya nos empiezan a dar la razón. Es verdad que tímidamente ya comienzan incluso a hablar de soberanía y nosotros, que llevamos advirtiéndoles mucho tiempo (lo hicimos en la moción de censura, lo hicimos en la agenda España), les damos la bienvenida, pero les pedimos una apuesta audaz a todas sus señorías. No queremos un giro retórico, un maquillaje superficial como el que proponía la ministra Rodríguez el otro día, cuando hablaba de independencia y de autonomía.

Queremos un cambio real y queremos el fin de las políticas de sumisión, de sumisión a intereses ajenos a España y a intereses ajenos a los españoles; de sumisión a intereses de los despachos de Bruselas, de Marruecos o de Alemania.

Señor Sánchez, lo que exigimos en esta Cámara es soberanía. Señorías, en esta Cámara exigimos soberanía y se lo exigimos a todos, porque es el principal deber que deberíamos tener todos los diputados que nos sentamos aquí.

Y soberanía significa que las personas, las familias y por extensión, las naciones, puedan retomar el control sobre sus vidas y sobre su futuro.

Significa que sean los intereses de España y no los de Marruecos, los que guían nuestra política exterior que debe terminar de dar bandazos y debe terminar con su falta de previsión.

Soberanía significa, señor Sánchez, que los intereses de las clases medias, de las clases populares, de los autónomos, de los agricultores, de los ganaderos y de las empresas españolas estén por encima de cualquier otra consideración en este Parlamento. Soberanía significa que sean esos sus únicos amos.

Señor Sánchez, estoy convencido de que el día que así sea empezará usted a sentirse menos incómodo en las calles españolas”.