Segunda entrega de esta serie que pretende denunciar los vacíos parlamentarios que existen en la tramitación de los Presupuestos Generales y el escaso margen que el Congreso tiene para evitar el despilfarro de dinero público.
¿Tema de hoy? De dónde viene el dinero del Estado. Y la respuesta es sencilla: del esfuerzo del ciudadano.
En primer lugar, con los llamados impuestos directos y cotizaciones sociales. Es decir, la parte de trabajo que va directa al Estado en forma de retención en la nómina o de aporte a la seguridad social. En resumen, esfuerzo del trabajador.
En cuanto a los impuestos indirectos, el más conocido es el IVA, ese impuesto que pagan todos los ciudadanos al consumir productos como comida, electrodomésticos, libros o… ¡pañales! Es decir, esfuerzo del Ciudadano.
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Y hay más dinero que pagamos todos: Por ejemplo, el dinero que cuesta expedir un carnet de identidad u otro documento oficial, o lo que cuesta hacer uso de una instalación pública, comprar publicaciones oficiales, pago de multas. A esto, hay que sumar esos impuestos –sucesiones, patrimonio…- que recaudan directamente las Comunidades Autónomas.
En total, el porcentaje de los Presupuestos que proviene directamente del trabajo o consumo de las familias es del 70%. Y el resto se completa con inversiones del Estado o transferencias.
En estos presupuestos está previsto gastar 416.000 millones y más de 287.000 provienen directamente del esfuerzo ciudadano. Más que suficiente para que el Estado lo gaste bien. Y a eso, a explicar en qué gasta el Estado el dinero del ciudadano, dedicaremos los próximos capítulos de ‘los presupuestos de la ruina’.