El Grupo Parlamentario VOX ha registrado un escrito dirigido a la Mesa del Congreso exigiendo que “se ponga fin de inmediato a la conducta arbitraria de la presidenta de la cámara consistente en favorecer a ciertos grupos en detrimento de otros”. Todo ello se ha evidenciado en la sesión plenaria celebrada el jueves 30 de mayo durante el debate de la ley de amnistía. Armengol ha incurrido, en primer lugar, en una “flagrante desigualdad de trato en el uso de la facultad de llamar al orden(artículo 103 del reglamento), originando así fuertes tensiones en el desarrollo de las sesiones plenarias”.
En segundo lugar, Armengol ha hecho uso de una “evidente dejación de las funciones de orden dentro del recinto parlamentario a que obligan los artículos 105 y siguientes del citado Reglamento, al permitir el acceso y la permanencia de personas como Oriol Junqueras, condenadas por delitos contra la unidad de España, en dependencias reservadas a los diputados del Congreso de los Diputados”.
En el escrito, VOX sostiene que “la entrada y permanencia de Junqueras, condenado por el Tribunal Supremo por delitos de sedición y malversación (por su participación en el golpe de Estado en Cataluña en 2017) en dependencias reservadas a sus Señorías constituye una conducta que implica un desorden grave”.
La presidenta de la Cámara, Francina Armengol, “en ejercicio de los poderes de policía a que se refiere el artículo 72.3 de la Constitución”, debiera haber adoptado, según dispone el artículo 105 del Reglamento, “cuantas medidas considere oportunas” para impedir su entrada o expulsión atendiendo a lo dispuesto en el artículo 106 del Reglamento de la Cámara. Dicho artículo prevé la expulsión de “cualquier persona que, en el recinto parlamentario, en sesión o fuera de ella, y fuese o no Diputado, promoviere desorden grave con su conducta de obra o de palabra”.
En esta misma sesión plenaria Armengol ha sido protagonista de otra notoria injusticia justo después de la intervención del presidente de VOX, Santiago Abascal. En ese momento, el diputado de Sumar, Gerardo Pisarello, pidió intervenir alegando haber sido objeto de alusiones. El minuto de intervención que le fue concedido por Armengol fue empleado para atacar abiertamente al Grupo Parlamentario VOX dirigiéndose a Santiago Abascal en los siguientes términos: “Los que trabajamos y vivimos aquí no aceptamos ninguna lección de los señoritos que han vivido del cuento y que forman parte de organizaciones históricamente islamófobas, históricamente antisemitas, y que han ido a rendirle pleitesía al carnicero de Rafah”.
Tras este ataque, el diputado de VOX, José María Figaredo, solicitó a su vez el uso de la palabra sobre el mismo fundamento jurídico que empleó Gerardo Pisarello: las alusiones personales contra diputados de su mismo grupo parlamentario. Sin embargo, esta petición (amparada en los artículos 71.1 y 71.3 del reglamento) fue denegada.
Posteriormente y tras varios insultos dirigidos al Grupo Parlamentario VOX “en flagrante ofensa al decoro de algunos miembros de la cámara” (artículo 103.1º del Reglamento), la presidenta Armengol llamó al orden únicamente a diputados de VOX, como son los casos del propio Figaredo o de Manuel Mariscal y José María Sánchez.
A continuación, el diputado del PSOE Artemi Rallo aludió a VOX en su intervención en la tribuna de oradores, empleando los siguientes términos: “Neofascistas, filonazis; neofascismo que embiste, montaraz”. La presidenta de la cámara, para poner fin a un cuchicheo indeterminado que se estaba produciendo, añadió: “señores diputados de VOX, esto no es posible. El ser demócrata implica saber escuchar al que piensa diferente”.
Una vez más, Armengol no ha llamado al orden a los diputados que, de manera directa, han proferido insultos y vejado la dignidad de señorías del Grupo Parlamentario VOX. En cambio, sí se ha llamado al orden a tres diputados de VOX por emitir manifestaciones que “en ningún caso se equiparan a las de los referidos diputados del PSOE. Por ello, VOX denuncia que “la doble vara de medir de la presidenta en función del signo político del Grupo Parlamentario es evidente, sectaria y manifiestamente injusta”.
Esta doble vara de medir de Armengol se ha convertido en una “desgraciada constante” al permitir que se viertan, en el transcurso de las sesiones plenarias, y en “ostensible vulneración del decoro debido a la cámara y a las Instituciones, afirmaciones ofensivas hacia el Poder Judicial, jueces o magistrados concretos, e incluso de periodistas”.