«La gran mentira», artículo de opinión de Lourdes Méndez, diputada nacional

Tribuna Política 'La Verdad'

La ley de eutanasia, que en breve se aprobará en el Senado, supone una transgresión de los valores y fundamentos en los que descansa nuestro orden social. En concreto, el valor de la vida, supuesto ontológico básico sobre el que los demás derechos se sustentan. Se configura como un derecho convirtiendo al Estado en homicida. Según doctrina del Tribunal Constitucional, mientras exista la obligación del Estado de proteger la vida, no cabe exigir el deber contrario.

Para llevar a cabo esta quiebra de nuestro sistema, se apela falsamente a la libertad y a la autonomía de la voluntad. Porque será una libertad viciada, de personas no autónomas, que no pueden defender por sí solas sus derechos, padecen dolor o se consideran una carga. Es un ataque sin parangón a las personas con discapacidad. Se establece un contexto eutanásico, donde la dignidad estará determinada por la calidad de vida. Y será el Estado el que decida qué vida es digna de ser vivida y cuál no. Las personas más débiles, las más vulnerables, aquellas que precisan del Estado más protección, las que ellos no consideran útiles, recibirán una gran presión de la sociedad para que pidan morir.

También se apela a la compasión, pero…. esta ley en lugar de eliminar el dolor, o aliviar el sufrimiento, lo que propone es eliminar al enfermo. Para morir dignamente, VOX propuso en el Congreso y ahora en el Senado la aprobación de una ley de cuidados paliativos, ya que (y así lo afirma la Sociedad Española de Cuidados Paliativos) cuando al enfermo se le alivia o elimina el dolor, se le cuida y no se siente una carga, es raro que pida morir. Sin embargo, actualmente, solo el 50% de los enfermos terminales pueden acudir a esos cuidados.

Traerá unas consecuencias aterradoras. Será imposible el control y morirán muchas personas sin el necesario consentimiento. Se establecerá una gran desconfianza social entre familiares, entre el enfermo y su médico. Constituye una quiebra del sistema de salud, también una amenaza para los médicos. Se aumentara la soledad. Disminuirá la financiación en cuidados paliativos. Se paralizarán algunas investigaciones científicas. Se producirá más dolor del que dicen querer evitar.
La única respuesta válida del legislador que busca el bien de sus representados es, en el final de su vida, proporcionarle unos cuidados paliativos integrales.

En fin, en un momento como este, se insta a aprobar la eutanasia por un Gobierno sin escrúpulos cuyo objetivo no es respetar la libertad, no es la compasión: su objetivo es implantar la cultura del descarte y de la muerte.