La política de escaparate de Juan Espadas

Por Cristina Peláez Izquierdo, portavoz del Grupo Municipal VOX en el Ayuntamiento de Sevilla

 

“Los españoles se merecen un gobierno que no les mienta, que les diga siempre la verdad”. Esta frase, pronunciada por Alfredo Pérez Rubalcaba el 13 de marzo de 2004 durante la jornada de reflexión de las elecciones generales, decantó el favor de los españoles hacia el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero frente a un PP que, horas antes, ultimaba los preparativos para celebrar lo que por entonces se rumiaba como una clara victoria electoral. Los atentados del 11-M obstaculizaron que José María Aznar revalidara el gobierno pero, esencialmente, fue esa frase pronunciada por el  entonces secretario general de los socialistas la que caló en la opinión pública.

Aquello sirvió para desalojar un gobierno y sustituirlo por otro, pero ningún partido político supo valorar en su justo término lo ocurrido y actuar en consecuencia. Siguen mintiendo y en todos los frentes. Lo comprobamos claramente en el ámbito municipal, donde se ha implantado la política de escaparate, la venta de humo al por mayor y los gestos de cara a la galería.

Los hechos acontecidos en los últimos quince días, en los que el alcalde de la ciudad Juan Espadas aparece en los medios despejando aparentemente de un golpe, problemas estancados desde hace década, nos dan la razón. Ha conseguido “desbloquear” cuatro grandes asuntos, capitales para el futuro de Sevilla: desde la línea 3 del metro, el tranvía de Nervión a San Bernardo; pasando por la Ciudad de la Justicia y, para terminar, el proyecto de Altadis, cuestiones que, de la noche a la mañana y de una tacada, han encontrado una aparente solución que, en el fondo, solo son fuegos de artificio para mayor gloria de un alcalde que ya no piensa en Sevilla.

A Juan Espadas, Sevilla se le ha quedado pequeña. Su futuro no pasa por la alcaldía, pero sí utiliza su posición como el alcalde socialista de uno de los Ayuntamientos más importantes de España para posicionarse de cara a la secretaría general del PSOE-A y, por tanto, futuro candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía.

Detrás de los grandes proyectos “desbloqueados” sólo hay una cuidada campaña de márkentig en la que Juan Espadas y su equipo ha conseguido captar el interés mediático. También la atención de Juan Marín, vicepresidente de la Junta, a la sazón máximo responsable de Ciudadanos en Andalucía, que visitó recientemente el Ayuntamiento para rendir pleitesía al líder socialista en ciernes y ponerse a su disposición para desbloquear, entre otros, el proyecto de la Ciudad de la Justicia.

Poniendo una vela a Dios y otra al diablo, Ciudadanos se echa en brazos de Espadas por lo que pueda pasar de cara a las próximas elecciones autonómicas o por si, por algún motivo, pudiera descarrilar el gobierno de coalición con el Partido Popular; formación, donde no ha caído particularmente bien la puesta en escena del acuerdo entre Juan Espadas y Ciudadanos, partido sobre el que constatamos de nuevo, que no nos equivocamos cuando lo definimos como la veleta naranja.

Mientras el alcalde utiliza a Ciudadanos para su proyección mediática y política, lanzando de camino un claro mensaje interno, nos encontramos con un Partido Popular desconcertado, que utiliza el funambulismo para evitar el encontronazo con el que es su socio en el gobierno andaluz, que practica una huida hacia adelante.

El Ayuntamiento de Sevilla, por tanto, está gobernado por un alcalde que cuenta con el apoyo indisimulado de la extrema izquierda, que ha conseguido sumar para su causa, a sus nuevos mejores amigos de Ciudadanos para escalar en la política andaluza y con un PP encorsetado por la herencia aún viva del último gobierno de Juan Ignacio Zoido, y por su dependencia del gobierno autonómico.

Toda esta realidad no es más que política de cara a la galería, proyectos cogidos con alfileres, sin presupuesto, una simple declaración de intenciones que se vende, de forma irresponsable, desde el gobierno municipal como grandes logros cuyo único objetivo es que queden grabados en el sentir popular.

Una media verdad es una mentira y Juan Espadas manifesta medias verdades, cuando fuerza el desbloqueo de proyectos en base a promesas con la única intención de hacerlo público, y cuando utiliza el Ayuntamiento para cuestiones que en nada benefician a los sevillanos. Y engaña, además, cuando remata su semana mágica con el anuncio de una reducción de la deuda municipal en 200 millones de euros, pero silencia que ha sido a costa de una pésima gestión presupuestaria y, lo más doloroso, por dejar de ejecutar decenas de millones de euros (2018 terminó con un exceso de tesorería de más de 80 millones de euros), lo que le obliga, por ley, a amortizar deuda.

Si, los sevillanos no merecemos un alcalde que nos mienta. El problema es que lo hace, y lo hace todos los días, de manera impune y sin que nadie, salvo VOX, alce la voz. Para eso nos situaron los sevillanos en las últimas elecciones generales como segunda fuerza política en la provincia y tercera en el Ayuntamiento de Sevilla. Esta responsabilidad nos lleva a denunciar, sin ataduras y con la única intención de servir a los sevillanos, todo lo que venimos observando desde nuestra llegada a la corporación municipal, mientras planteamos alternativas a un PSOE hegemónico en la provincia al que estamos dispuestos a desenmascarar y preparados para sustituir llegado el caso.