Lea aquí, integramente, el manifiesto a favor de la Vida de VOX

Por su interés, reproducimos el manifiesto leído este mediodía en Sevilla, en la festividad de los Santos Inocentes, en el marco de la campaña #VOXPorLaVida

El aborto es el peor atentado contra los derechos humanos que tiene lugar en la sociedad actual. Cada año son destruidos en el seno materno 55 millones de pequeños humanos en todo el mundo. En España fueron 95.917 en 2018. La cifra supone un récord histórico, en proporción al número de nacimientos. Uno de cada cinco concebidos termina en la trituradora. Desde 1985 han sido abortados en España dos millones y medio de bebés. Es uno de los factores que explican nuestra natalidad raquítica, que pone en peligro la sostenibilidad del país.

Hace 34 años, el gobierno del PSOE nos vendió la primera ley del aborto como una despenalización excepcional de casos extremos. Pero la ley desplegó su efecto pedagógico, anestesiando las conciencias de millones de españoles. El coladero de la “salud psicológica de la madre” convirtió la ley de supuestos en una ley de aborto libre, consolidada por la nueva reforma socialista de 2010. Con mayoría absoluta, Mariano Rajoy incumplió su promesa de recuperar la protección legal del no nacido.

Tras ese engaño del Partido Popular, VOX es ya el único partido pro-vida del Parlamento español. En el número 75 de sus Cien Propuestas, VOX se comprometió a “defender la vida desde la concepción a la muerte natural”.

Existe un nuevo individuo humano desde el momento de la concepción. El cigoto posee la información genética necesaria para convertirse en un bebé: lo único que necesita es no ser destruido. Su desarrollo es muy rápido: el corazón empieza a latir a los 24 días de gestación. A los 35 días están tomando forma boca, oídos y nariz. A las ocho semanas, las manos y pies están formados, y aparecen sensores nerviosos del dolor. A las doce, el nasciturus da patadas, cierra el puño, frunce el ceño. En todas esas etapas –hasta las catorce semanas- puede ser destruido por simple voluntad de la mujer, según la ley española. Es una ley injusta que legitima el exterminio de inocentes.

Los abortistas hablan con eufemismos, para escamotear el horror del aborto. Por eso, es importante revelar los detalles materiales del procedimiento. Hasta las once semanas, el embrión es aspirado y muere en un depósito adosado al succionador. Entre las 12 y las 16, se despedaza al feto con un pequeño cuchillo y se aspiran los trozos. A partir de las 16 semanas, se provoca un parto prematuro y se deja morir en el quirófano al feto nacido vivo (o bien se le aplica una inyección intra-amniótica que le envenena lentamente, causándole antes terribles quemaduras). El aborto es legal en España hasta la semana 22 en casos de “grave peligro para la salud del feto”; el síndrome de Down, por ejemplo, se cuenta entre tales “peligros”, y el 90% de los Down son exterminados en el seno materno. Engañamos nuestra conciencia entregando el Premio Goya a alguno de los escasos supervivientes.

Los argumentos que justifican el aborto son falacias. No es cierto que un embarazo inesperado hipoteque definitivamente la vida de la mujer, pues puede entregar al niño en adopción. No es cierto que tengamos derecho a matar al feto solo porque es pequeño: la dignidad humana no depende del tamaño, ni de la edad, ni del grado de desarrollo. Si podemos matarle porque carece por el momento de inteligencia y voluntad, deberíamos poder matar a los niños de un año, que tampoco la tienen, así como a los enfermos en coma o los aquejados de Alzheimer.

No es cierto que el aborto sea inevitable, y que con una ley restrictiva solo se consiga su paso a una clandestinidad insalubre: en Polonia, una ley restrictiva consiguió que el número de abortos anuales pasase de más de 60.000 a menos de mil.

No es cierto que el aborto sea una conquista democrática: el primer país en legalizarlo fue la Rusia comunista en 1918. Le siguió la Alemania nazi, que lo permitía para las mujeres no arias. Los países democráticos no legalizaron el aborto hasta la década de los 70. Y perdieron legitimidad cuando lo hicieron, porque negaron el derecho a la vida a los miembros más débiles de la sociedad. Hoy día, el lugar más peligroso para un español es el vientre materno: 20% de probabilidad de muerte.

El bebé no es la única víctima del aborto: también lo es la mujer. La intervención presenta riesgos físicos como la perforación uterina. Y, sobre todo, su mente quedará herida para siempre con el síndrome post-aborto; por eso tantas mujeres que abortaron requieren después atención psicológica.

El aborto masivo nos envilece como sociedad y nos condena a una muerte lenta por falta de niños. Un país civilizado no destruye a los niños en el vientre materno.

No es cierto que el futuro pertenezca a la cultura de la muerte. Muchos Estados norteamericanos han adoptado recientemente importantes restricciones al aborto; también se ha hecho en Polonia, Hungría y otros lugares. En un horizonte de invierno demográfico, solo sobrevivirán los países que vuelvan a respetar la vida.

En el futuro, la humanidad se asombrará de que matásemos a los niños en el vientre de sus madres, de la misma forma que ahora nos horrorizan la esclavitud o los sacrificios humanos practicados en otros tiempos.

En VOX luchamos para que ese futuro llegue cuanto antes.

SÍ A LA VIDA, NO AL ABORTO