Santiago Abascal: «La existencia de los partidos separatistas es una anomalía democrática»

A continuación, reproducimos la entrevista íntegra que Valeurs Actuelles, publicada en papel, ha realizado a Santiago Abascal en relación a numerosos temas de actualidad vinculados con la Unión Europea, la política en España, el feminismo o el globalismo, entre otras muchas cuestiones.

Emmanuel Macron defiende, principalmente con respecto de la cuestión migratoria, la necesidad de recurrir a la ayuda europea. Usted reivindica, al contrario, la soberanía nacional y el control de sus fronteras, especialmente en Gibraltar y en las posiciones clave de España en Marruecos. ¿Es la escala nacional la correcta para gestionar el problema de la inmigración?

El primer paso para resolver la cuestión migratoria es respetar la soberanía nacional y, por tanto, las fronteras. La Unión Europea lleva décadas imponiendo políticas migratorias ajenas a la realidad y las necesidades de los países miembros. Toda nación tiene la potestad de decidir quién entra en su territorio.

Las corrientes globalistas han promovido una sociedad multicultural que ha fracasado y que ha empobrecido la vida los ciudadanos en todos los ámbitos: social, cultural y económico. Hoy las mujeres europeas no pueden caminar libremente por barrios de capitales como París, Londres, Bruselas, etc.

En España no hemos llegado, todavía, a una situación tan dramática, pero es cuestión de tiempo si no se toman las medidas oportunas.

En VOX defendemos una inmigración legal, ordenada y asimilable. Justo lo contrario de lo que llevan haciendo décadas las élites globalistas.

 

Ha criticado en el pasado a Emmanuel Macron, «presidente mundialista», y defiende la identidad española. ¿Por qué tomar esa decisión frente a la mundialización?

El globalismo persigue la disolución de los Estado nación con el fin de asentar las bases de un nuevo orden mundial en el que se tomen las decisiones al margen de los intereses nacionales y, por lo tanto, de forma antidemocrática ignorando la soberanía. Son los españoles los que tienen que decidir el futuro de España como son los franceses los que deben decidir sobre el futuro de Francia.

Nosotros siempre nos opondremos a proyectos totalitarios que obligan a los ciudadanos a pensar de una forma determinada, destruir sus raíces y su cultura.

Los españoles no nos han elegido para que nos hagamos cargo de los intereses de los países vecinos, sino para que demos soluciones a los problemas propios. A más de un gobernante le iría mucho mejor, si defendiera a sus ciudadanos en lugar de los intereses de los oligarcas.

 

Se han contabilizado en Francia más de 1000 actos anti cristianos en 2018, degradaciones o profanaciones de iglesias. ¿Es la defensa de la civilización cristiana una prioridad para la Europa occidental?

Sin lugar a duda, debería serlo. Europa no se puede entender sin sus raíces cristianas.

El inicio del declive de la UE en 2002 coincide con la exclusión y marginación del cristianismo en la fallida Constitución Europea que, posteriormente, fue introducida en el Tratado de Lisboa.

Como decía Juan Pablo II, “el cristianismo ha contribuido a la formación de una conciencia común de los pueblos europeos y ha ayudado enormemente a plasmar sus civilizaciones”. Hoy, la religión cristiana es la más perseguida del planeta con el silencio de las oligarquías.

 

«España se ha construido contra el Islam, en Reconquista», repite orgulloso. ¿En qué medida esta afirmación resulta pertinente en el contexto actual de España y Europa en general?

No es una cuestión de pertinencia o contexto, es una realidad histórica. Es más, España, como señaló el filósofo Julián Marías, es incluso más europea que las demás naciones porque estas lo son porque no pueden ser otra cosa en contraste con España, que es europea porque lo ha querido al expulsar al islamismo.

Por otro lado, y atendiendo al contexto al que hace referencia, es más que oportuno. Basta con mirar cómo están los barrios franceses en los que más ha proliferado la comunidad islámica: discriminación de la mujer, persecución de los homosexuales y un aumento de los crímenes sexuales.

 

Hizo grandes progresos en las encuestas y en las urnas en el momento de la exhumación de Franco por el Gobierno. ¿Por qué oponerse a ello? ¿Qué defiende a través de la protección de la herencia franquista?

Frente a una izquierda social comunista que quiere enfrentar a los españoles, nosotros defendemos la reconciliación nacional que llevaron a cabo generaciones pasadas. No se puede exhumar a un muerto sin el consentimiento de los familiares. Lo que se ha hecho asienta un terrible precedente: cualquier Gobierno podrá exhumar a los muertos en función de sus fobias ideológicas. Se ha pretendido que allí donde los abuelos hicieron la paz, los nietos hagan la guerra.

Es una irresponsabilidad total, además de un intento por ocultar el pasado totalitario de los partidos más antiguos de España: el PSOE, el comunista y el Partido Nacionalista Vasco.

 

Su partido obtiene importantes resultados en la España rural. En Francia, el movimiento de los «chalecos amarillos» ha sido descrito como un grito de alarma de la «Francia periférica», abandonada por las élites mundializadas que ya ni la comprenden ni la tienen en cuenta. ¿Qué opinión le merece este movimiento de «chalecos amarillos»? ¿Cómo mantener un discurso político que llegue a una ruralidad cuyas preocupaciones y problemas parecen completamente diferentes a las de quienes habitan las metrópolis?

En España, la Unión Europea ha generado un desmantelamiento del tejido industrial, favoreciendo la deslocalización y empobreciendo a las regiones periféricas, y una caída de los salarios provocada por las sucesivas oleadas migratorias. Todo ello unido a la firma de grandes tratados comerciales que hunden aún más nuestra industria y el mundo rural.

La izquierda no defiende a los trabajadores porque está centrada en desarrollar la agenda de las élites globalistas y progresistas que lideran la UE. En España, el PSOE ha iniciado una cruzada contra la industria del automóvil de la que depende el 15% de la economía española.

 

VOX se presenta como un defensor de la España católica, pero la puesta en práctica de la mayoría de sus propuestas sería hoy enérgicamente criticada por el Papa Francisco, quien ha dedicado, por ejemplo, duras palabras a Matteo Salvini, en Italia. ¿Cómo se explica esto?

El Papa Francisco es una referencia espiritual para los católicos cuando actúa como cabeza visible de la Iglesia Católica y Jorge Bergoglio es un ciudadano argentino con opiniones muy respetables cuando entra de lleno, como hace frecuentemente, en asuntos políticos opinables que no pertenecen al depósito de la fe y que afectan de manera clara a la convivencia y a la soberanía de las naciones, como el derecho que reconoce la Iglesia Católica de las naciones a decidir cuántos inmigrantes pueden acoger.

En cualquier caso, VOX no defiende una religión, nosotros defendemos las raíces cristianas como parte vertebradora de España y de Europa. España no es una nación laica, nuestra Constitución nos define como aconfesional. VOX tampoco se identifica con una confesión en concreto y a nuestros simpatizantes y cargos públicos no les preguntamos por su confesión. VOX es un proyecto político.

 

Aboga por la ilegalización de los partidos separatistas. ¿Qué diferencias encuentra entre su voluntad de defender la identidad de España frente a la mundialización y la de los independentistas catalanes de emanciparse revindicando su identidad regional?

La existencia de los partidos separatistas es una anomalía democrática que no tiene cabida en ningún país de nuestro entorno. Los españoles no pueden financiar a todos aquellos que buscan dinamitar su integridad territorial, hurtar su soberanía y vulnerar sus derechos fundamentales y sus libertades.

Cataluña sin España no es Cataluña y el problema que existe ha sido creado por los partidos separatistas y por la inacción de los sucesivos gobiernos.

El globalismo quiere liquidar el Estado nación y para eso pisotea las soberanías nacionales y apoya los movimientos separatistas que persiguen la liquidación de la nación. Una prueba de ello es Cataluña, donde los políticos separatistas han promovido la religión islámica expulsando a los inmigrantes hispanos.

 

Encontramos en su programa una medida que consiste en hacer prevalecer la primacía de la Constitución Española sobre el derecho comunitario de la Unión Europea. ¿Cuál es la importancia de esto?

En VOX no vamos a dar ni un paso atrás en la defensa de nuestra soberanía y ordenamiento jurídico. España es una nación soberana que debe ser respetada por la Unión Europea y los socios comunitarios. Sentencias como las del TJUE relativas al golpista Oriol Junqueras, condenado por sedición a 13 años de prisión, son razón más que suficiente para hacer prevalecer nuestra Constitución y Código Penal frente al derecho comunitario de la UE.

Los tribunales supranacionales han obligado a España a excarcelar terroristas y criminales sexuales que al volver a la calle han vuelto a atacar a las mujeres. Consideramos responsables de estos crímenes a los políticos españoles que han obedecido a los tribunales supranacionales. Por otro lado, hay naciones, en teoría aliadas de España, que han cuestionado nuestra justicia y que se niegan a entregar a golpistas y terroristas. Es el caso de Bélgica, por ejemplo, que además de proteger a golpistas, se ha negado a entregar a una terrorista, motivo por el cual Estrasburgo le condenó. Y soy muy generoso llamando a Bélgica país.

 

Si llegara Vox al poder, ¿podría llevar a cabo la política que defiende en el marco de la pertenencia de España a la Unión Europea, en lo que respecta a todos los tratados que comprometen a sus miembros (en particular la Convención Europea de Derechos Humanos)?

Nuestro principal compromiso es la defensa de los intereses de España en Europa. Todas las decisiones de VOX están cimentadas en el ordenamiento jurídico español, como Estado de derecho pleno. Siempre respetaremos los procedimientos establecidos en la UE para ejercer nuestro legítimo derecho a disentir frente a la doctrina oficial.

El problema es la deriva totalitaria de la UE. Nosotros trabaremos para liberarla y para que sea fiel al espíritu de los padres fundadores. Es decir, una unión de naciones soberanas que cooperan libremente y en condiciones de igualdad. Hay barrios en Bruselas en los que rige la ley islámica, no nos van a dar lecciones de derechos humanos.

 

VOX critica el «feminismo supremacista», reclama la supresión del derecho al aborto y de las cuotas en las listas electorales. ¿Cuál es la razón de su «antifeminismo»?

No voy a entrar a valorar estas etiquetas. En VOX defendemos la igualdad ante un feminismo radical que promueve la guerra civil de sexos. De hecho, todas aquellas mujeres que se atreven a disentir del discurso establecido son señaladas y perseguidas.

El aborto es un drama y un fracaso de nuestra sociedad. Defender el derecho a la vida es una obligación. Pedimos que a las mujeres se las dé información, asistencia y alternativas.

 

Aspira igualmente a derogar la Ley de Violencia de Género, a menudo citada en Francia como un ejemplo a seguir, puesto que parece dar resultados para proteger a las mujeres españolas. ¿Qué es exactamente lo que le incomoda en ese texto?

Es una ley anticonstitucional que vulnera el principio de igualdad de todos los españoles ante la ley y los criminaliza por su sexo. Los depositarios de los derechos son las personas independientemente de su raza, sexo y orientación sexual. La ley se aprobó por las presiones del gobierno socialista al Tribunal Constitucional, tal y como confesó Alfonso Guerra, histórico socialista y exvicepresidente del Gobierno de Felipe González.

La ley de violencia de género es un fracaso y no protege a las mujeres, en 2019 han muerto más mujeres que en el 2018. En VOX defendemos una ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a todos los miembros de la familia: hombres, mujeres, niños y ancianos.

Además, somos la única formación política que defiende la cadena perpetua para criminales sexuales y asesinos. Si hoy hay violadores reincidentes en las calles, es culpa de la legislación de la izquierda y las imposiciones de Estrasburgo.

 

Decidió abandonar el partido de la derecha tradicional al que pertenecía desde sus inicios en política para fundar Vox y alejarse «de lo políticamente correcto y de la tiranía mediática». En Francia, la derecha tradicional rechaza categóricamente toda alianza con el Rassemblement National, al cual es usted cercano. ¿Puede Vox, como el RN, ganar sin establecer alianzas?

Desconozco lo que nos deparará el futuro. Sí puedo adelantarle que VOX jamás alcanzará acuerdos contrarios a sus convicciones. No habrá cargo o sillón que nos lleve a traicionar nuestro ideario político y a los casi cuatro millones de españoles que nos apoyaron. A diferencia de otros partidos, que cambian su discurso en función de las encuestas, en VOX aspiramos a liderar la sociedad española.

 

No niega que entre sus fuentes de inspiración figuren las trayectorias y los discursos de Donald Trump, Jair Bolsonaro o Matteo Salvini. ¿Se considera «populista»?

Mi mayor fuente de inspiración es mi padre, Santiago Abascal Escuza. Miramos con interés y simpatía a todos aquellos movimientos políticos que defienden su soberanía y que se rebelan contra las élites progresistas. Ello no implica que coincidamos en todo.

Me considero un español que ama a su patria. Si esto es ser populista, tíldeme de populista.

 

¿Cómo analiza la victoria de Boris Johnson, cuyo partido agonizaba hace algunos meses, y que acaba de lograr una victoria aplastante en Gran Bretaña defendiendo la línea de «Get Brexit done»?

Nosotros respetamos la decisión soberana del pueblo británico. No obstante, hay que recordar que los dirigentes británicos fueron entusiastas defensores de las sucesivas oleadas migratorias alentadas por la Unión Europea.

Una evidencia del desarraigo que ha generado la Unión Europea es la victoria de los conservadores con el lema “Get Brexit done” en los tradicionales feudos industriales laboristas.

Trabajaremos por una UE donde todas las naciones quieran estar. Un club, como le decía antes, de naciones soberanas que cooperan libremente en condiciones de igualdad. Y no como se empeñan los oligarcas de Bruselas que promueven un pacto de Varsovia donde se persigue al disidente.