El mayúsculo escándalo económico de la construcción de la Estación Marítima destapado por el actual presidente de la Autoridad Portuaria resulta ser “uno más de una serie de obras millonarias, según parece, destinadas a recaudar fondos ilegales”, afirma VOX Melilla. Ya es “desvergüenza” que el entonces presidente de la Autoridad Portuaria y el presidente local del PP fuesen la misma persona, Arturo Esteban. Pero es que el director del Puerto y el secretario de Estrategia y desarrollo Económico del PP, también eran la misma persona, Almazán.
El gasto de dos millones y medio del gobierno común de la ciudad y el puerto en la pasarela fue un “inútil” y “nos enteramos ahora, nada menos que de boca del actual Presidente”, recalca la formación local. “Tan inútil e incómodo para los pasajeros que una empresa naviera quiere rehabilitar la antigua Estación Marítima y dejar de usar la actual, donde se gastaron fondos europeos para dar alojamiento a negocios no relativos al ámbito marítimo y a una serie de tiendas variopintas”, asegura.
El actual presidente considera que el puerto es una prueba de cómo está la ciudad, y para VOX Melilla tiene razón. “Después de veinte años de un gobierno supuestamente clientelista, comprador de votos y mordedor de obras públicas, atrincherado en la impunidad, vemos que le sucede un gobierno construido con retales que ni sabe ni puede gobernar”, sentencia el partido para añadir que: “No acaba con la corrupción, que continúa con el despilfarro para fidelizar votos indecisos y que no sabe lo que quiere para Melilla”.
Aunque parezca inverosímil, los sindicatos denuncian que a un trabajador del puerto se le despide por llegar demasiado temprano a su trabajo. Al mismo tiempo, las frecuencias de barcos con la Península se han recortado de forma drástica. “Durante muchos años estuvimos dedicando nuestro puerto al tránsito de magrebíes de la OPE en vez de pensar en un puerto para los melillenses y ahora cosechamos el resultado, poco y mal servicio”, afirma la formación.
Para VOX Melilla, “La ciudad está como el puerto, rodeada de una valla que no acaba se ser eficaz, asediada y permanentemente violada por los menas y adultos que intentan embarcar a la península, insegura para los melillenses y sin planes de futuros creíbles”. “Y, como siempre ocurre cuando las cosas van mal, los trabajadores ven peligrar sus puestos y los pequeños empresarios y autónomos que trabajan en el puerto contemplan cómo sus negocios se vienen abajo”, sentencia.
