El colapso del muro supone también el del modelo de gestión patrimonial de Cuenca, señalan desde el partido de Abascal
La desgracia, que esta semana despertó a la ciudad de Cuenca ha hecho colapsar el modelo errático del Consorcio. Con el hundimiento, profetizado por muchos conquenses desde hace dos años, de una buena parte del muro de contención de la subida a las Casas Colgadas desde el puente de San Pablo, concluye una época de la historia reciente de Cuenca.
Hace casi 120 años ya se lamentaban en la prensa local frente al alcalde del penoso estado de esta vía y de este mismo muro. Lamentos de un pasado hostil, pobre y gris en el que el patrimonio desaparecía, se hundía o se volaba sin compasión. Más de un siglo después, pese al incremento del estado del bienestar, el dinero y la concienciación social frente a la protección del patrimonio, asistimos a una nueva tragedia. Esta vez la responsabilidad de los gestores y gobernantes es extraordinaria. Avisos continuados, desde hacía casi dos años, alertando del problema y del riesgo, pusieron el acento en la urgencia de la actuación.
En teoría había herramientas y dinero para ello. Sin embargo, parece ser que no debía ser tan urgente entonces. Los responsables se tomaron su tiempo. Hubo vallas y mantas tapando el agrietamiento “momentáneamente”. Ahora que ha desaparecido el muro resulta que ya es urgente de verdad y que se van a poner a trabajar sin descanso. Resulta irritante que hayan pasado más de 600 días viendo cómo aumentaban los socavones y las grietas sin que nadie hiciera nada.
Resulta bochornoso el modo en el que se ha tratado este problema. Se ha olvidado la situación de esta vía, su proximidad con la catedral, con el puente de san Pablo y con las Casas Colgadas. Un riesgo añadido que tampoco ha sido asumido por nadie. Desde hace más de una década los proyectos y las inversiones del Consorcio ciudad de Cuenca, que cuenta con tres millones de euros disponibles, en el casco antiguo han sido, en líneas generales, más que desafortunadas.
El Ayuntamiento, en sus últimas legislaturas es el responsable final por tolerar todo esto. Obras abandonadas como las de la bajada a las Angustias, con un andamio que lleva siete años allí colocado, constatan la lentitud y la ausencia de eficacia. Abandono y lentitud que no se justifica, teniendo en cuenta los recursos económicos con los que cuenta la institución municipal.
Nos preguntamos qué ha hecho el Ayuntamiento y sus técnicos durante estos dos años. Nos preguntamos por qué el Ayuntamiento no hizo caso a las alarmas y a las peticiones de miles de conquenses. Nos preguntamos por qué no se aprovecharon los meses en los que la pandemia cerró el turismo en la ciudad para ejecutar estos trabajos de reparación y consolidación. Por culpa de esa desidia, Cuenca ha aparecido en todos los medios de comunicación nacionales, dando una imagen lamentable.
A las puertas del inicio de la campaña veraniega Cuenca ofrece este desolador panorama. La competencia cada día es mayor, la oferta nacional mejora año tras año. Se adapta a un turismo cada vez más exigente. Si después de tener una herramienta como la de Consorcio sólo somos capaces de ofrecer derrumbamientos, andamios abandonados, calles sin reparar y plazas horribles como las de Mangana, progresaremos con muchas dificultades.
Es preciso cambiar el modelo, rodearse de los mejores, respetar el entorno, cuidar el legado de nuestros mayores y restituir la belleza. Esperemos que las obras de reconstrucción del muro de la calle de los canónigos se ejecuten lo antes posible, lo mejor posible y devolviendo la imagen exacta que tenía antes de su desaparición.
En consecuencia, por todo lo expuesto anteriormente pedimos la dimisión del gerente y de todos los miembros del Consorcio ciudad de Cuenca. El resultado de este abandono no es, en modo alguno, tolerable y no es posible pasarlo por alto. Hasta aquí hemos llegado. Debemos escribir nuevas y mejores páginas que ennoblezcan y engrandezcan a nuestra ciudad.
