Un chantaje propio de un gobierno criminal

Pedro Sánchez y sus alfiles mediáticos preparan el terreno para culpar a la oposición de las consecuencias de su gestión criminal de la crisis del coronavirus COVID-19.

Sábado 2 de mayo. Pedro Sánchez aparece en la sala de prensa de la Moncloa para su alocución semanal. Más de 80 minutos vacíos de contenido en los que el presidente del Gobierno presume de su trabajo y reclama a la oposición un apoyo sin fisuras a la enésima prórroga del estado de alarma. El socialista condiciona incluso las ayudas sociales a familias y empresas al apoyo de todos los partidos a su gestión.

Tras terminar su comparecencia, Sánchez toca a rebato y telefonea a todos los medios de comunicación afines, a los que semanas antes regó con quince millones de euros de dinero público, para preparar un cambio en el discurso oficial. Ahora los culpables del probable rebrote del COVID-19 por las medidas de desconfinamiento serán todos aquellos españoles que rechacen ampliar sine die los poderes extraordinarios concedidos por el estado de alarma.

Unos poderes extraordinarios que Sánchez ha utilizado para recortar las libertades públicas, atacar a la forma de gobierno, incluir al vicepresidente Pablo Iglesias en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), engañar a los españoles con las compras fallidas de test y epis a empresas de dudosa legalidad, aumentar el gasto político, establecer la censura en redes sociales y comprar a los medios de comunicación para la difusión de la doctrina oficial.

Existen alternativas para asegurar una desescalada efectiva y evitar un rebrote de la pandemia. Bastaría con utilizar leyes contempladas en nuestro ordenamiento jurídico como la ley general de sanidad pública, la ley orgánica de medidas especiales en materia de salud pública, la ley de protección civil y la ley de seguridad nacional.

Este lunes hemos conocido que Sánchez ignoró una nota del 14 de febrero de la OMS sobre el riesgo en la celebración de «actos masivos». Una irresponsabilidad más de este gobierno criminal que mantiene cautivo el futuro de los españoles y lo utiliza para chantajear a la oposición y seguir adelante en su campaña propagandística.

Un chantaje propio de un gobierno criminal ante el que pronto tendrán que responder en las tribunas y en los juzgados. Porque esa, y no otra, será en unos meses la nueva normalidad de Pedro Sánchez y el resto de sus secuaces.